iHace muchos años, en el inicio de ms actividades en la Arquería, tuve la oportunidad de leer una frase que me quedaría marcada: “cuando el Hombre, inventó el arco, comenzó a vivir; y cuando inventó el arma de fuego, comenzó a morir”.
Nunca nada mejor dicho, teniendo en cuenta que el origen de esta actividad, aunque se discute la fecha exacta, se remonta a más de 65.000 años en Africa, según algunos estudios, a pesar que solo han sobrevivido de dicha época puntas que también pueden ser atribuídas a azagayas (armas arrojadizas antecesoras de las flechas) lanzadas con estólicas (propulsores o “atlatl”).
Las primeras manifestaciones europeas de esta actividad, se remontan al hallazgo de puntas de flechas que responden a un diseño más adecuado para su uso en flechas, dentro de lo que se denomina “Período Solutrense” (20.000 años AC), y en pinturas rupestres paleolíticas del España y Francia.
¿Por qué decimos que a raíz de la Arquería “el Hombre comenzó a vivir”?
Lo hacemos debido a que la Toxofilia (del griego “toxon” = arco, y “phylia” = amor fraterno), se integró a las otras modalidades de caza existentes (persecución con lanza, uso de azagayas y propulsores, redes y uso de trampas del terreno, naturales o fabricadas), con las que actuó en un principio en forma conjunta, para mejorar la capacidad de caza del grupo humano primitivo, asegurando su superviviencia.
Por otro lado, La caza con arco y flecha requiere múltiples etapas complejas de planificación, recolección de material y preparación, implicando además una serie de innovadoras habilidades sociales y comunicativas.
Según dicen los expertos, hay una distinción conceptual entre las armas que se proyectan a mano (como la lanza de Schöningen), y las que se proyectan por medio de un instrumento mecánico como un arco o estólica (atlat o propulsor).
El arco y la flecha son señales de funcionamiento cognitivo de alto nivel y se consideran un sello distintivo del complejo comportamiento de los humanos modernos.
En ese sentido, es anterior incluso a la domesticación de animales, que se daría recién en el Neolítico, miles de años después, incluso del perro, que en Europa es coetáneo a nuestro deporte.
En resumen, el arco sería la herramienta definitiva de caza que reemplazaría a todas las restantes, llevando al Hombre a una nueva etapa que le permitiría expandir su población y conquistar el mundo.
La expansión de la Arquería por el mismo (a pesar que muchas de estas fechas están discutidas), sería la siguiente:
− Africa: 70.000 años AC (Paleolítico Medio, atestiguado por las puntas de flecha de Sibudu, Sudáfrica)
− Europa y Asia Occidental: 40.000 años (Paleolítico Medio-Superior, aunque no sobreviven más que puntas de flechas anteriores al Arco de Holmegaard -8.000 años AC-).
− Noroeste de Asia y Japón: final del Pleistoceno (Mesolítico).
− América del Norte y Sud: final del Pleistoceno (Mesolítico).
Por lo tanto, a los efectos de esta nota sobre la Arquería primitiva, nos vamos a centrar en 4 períodos:
− Paleolítico
− Mesolítico
− Neolítico
− Calcolítico
Paleolítico: debido a limitaciones de los materiales utilizados para la confección de arcos, no han llegado a la fecha muestras de los mismos de estos períodos, pero sí materiales líticos (pétreos), como puntas de flechas, y sus versiones en hueso, obsidiana (vidrio volcánico) y asta.
Recreación y puesta a prueba de efectividad
A pesar de las discusiones suscitadas sobre si son puntas de flechas o de azagayas entre los arqueólogos, existe un interesante trabajo realizado sobre la reproducción de las puntas líticas encontradas en la cueva de Sibudu (Sudáfrica), las cuales montadas sobre astiles similares a los utilizados hoy día por el pueblo Bosquimano, mostraron un excelente comportamiento de vuelo.
Lo interesante de este descubrimiento, es que las armas de Sibudu tenían un adhesivo hecho de una resina a base de plantas que servía para sujetar la punta a una varilla de madera. Las la punta descubierta tiene unos 49 milímetros de largo y muestra estrías finas paralelas producidas por una herramienta de piedra.
Una vez analizado el contenido, los arqueólogos reprodujeron el sistema de construcción y fabricaron varias réplicas para poder evaluar el daño causado por su impacto en el cadáver de una cabra desde una distancia de casi nueve metros. Para lanzarlas se utilizó un arco construido con madera de “Grewia Flava” (una planta) y todas dieron en el blanco y una (la número 5) se rompió tras golpear la pata trasera del animal.
De acuerdo a estos investigadores, los arcos de esa época se corresponderían al mismo tipo de arcos que usan aún hoy día los bosquimanos, selfbows monolíticos, de pequeño tamaño, confeccionados con maderas flexibles y cuerdas trenzadas de fibras vegetales, que a pesar de su baja potencia se utilizan para cazar presas tan grandes como cebras (400 kg) desde una distancia de seguridad, asistidos por el uso de flechas con venenos especializados, extraídos de las pupas de los escarabajos “Diamphidia” (se encontraron puntas de flecha de una época y hechura similar a las de Sibudu, en la “Cueva de la Fontera” -Sudáfrica-, todavía con restos de veneno).
Esto muestra que dicha técnica de caza es tan eficiente, que habría sobrevivido sin cambios por más de 65.000 años.
Con respecto al resto del mundo, pasarían todavía al menos 35.000 años para que aparecieran los primeros vestigios de un potencial uso de la arquería como modo de subsistencia, y esto se daría en el “Período Gravetiense” que transcurres hacia fines del Paleolítico, en especial en el sur de España y Francia. Este período se caracteriza por el desarrollo de técnicas de confección de puntas líticas muy ligeras y con gran capacidad de vuelo y penetración, lo que las hacía particularmente útiles para la caza de la megafauna del período glacial (puntas de flechas pedunculadas de Font Robert -Bergman, 1998-), aunque a pesar de estas evidencias y de las puntas “Solutrenses” se discute la introducción de la Arquería a Europa recién hasta el período Mesolítico (del cual se han encontrado ya arcos completos).
Período Mesolítico: Dejemos al Africa transahariana de lado, ya que los principales descubrimientos en este período se situan en Europa y Asia occidental, lo que ha llevado a autores como Rozoy, 1978,1992,1993) a situar el origen de la arquería en este momento, considerando los elementos microlíticos como las primeras puntas de flecha. Es indudable que los primeros testimonios de arcos, astiles, puntas enmangadas en éstos y restos óseos con marcas de penetración de proyectiles, incluso puntas clavadas sobre ellos, se sitúan en este periodo, aunque también hay que considerar que los arcos y flechas encontrados presentan soluciones técnicas que no pueden haber aparecido de la nada, sino con un largo desarrollo técnico previo (como la existencia de empuñaduras, ventanas), lo que da lugar a a pensar que la Arquería era mucho más antigüa.
Los primeros arcos documentados aparecen en el norte y este de Europa, donde las característicasde los depósitos arqueológico permitieron su conservación. En muchos casos se trata de elementos recuperados en zonas pantanosas o en regiones de tundra, donde se han creado las condiciones necesarias para que hayan podido llegar relativamente intactos hasta nuestros días. Los ejemplares más antiguos corresponden a los arcos recuperados en el yacimiento danés de Elm (Alrune, 1992), que está fechado en el Dryas III, y en el alemán de Stellmoor (Rust, 1943), datado en el mismo periodo. Siguiendo una evolución cronológica, en el final del Boreal se situarían la estación danesa de Holmegaard (Becker, 1945; Mathiassen, 1948) y en la cuenca del Petchora el yacimiento ruso de Wis (Bourov, 1973), cuya cronología oscila entre el final del Boreal y el inicio del Atlántico. Asimismo, del final de este periodo, el Ertebolliense, como últimos ejemplares mesolíticos se documentan los arcos aparecidos en las estaciones danesas de Muldbjerg (Troels-Smith, 1959) y Braband (Tomsen y lessen, 1904).
La totalidad de los arcos descubiertos pertenecientes a este período, son arcos monolíticos simples, realizados de una sola pieza de madera, de tamaños superiores a a 1,5 metros en gran medida confeccionados en tejo (Taxus Baccata) como el Arco de Meare Heath, o sino en olmo (Ulmus sp.) como los arcos de Holmegaard y Muldbjerg. Eso no era impedimento para que cualquier madera lo suficientemente elástica para resistir la tensión y compresión sin quebrarse y tenga memoria de forma luego del tensado, fuera utilizada para la confección de arcos.
De esta forma, existieron arcos confeccionados en fresno (Fraxinus Excelsior) como el Arco de Braband, o coníferas (Picea Abies y Pinus Silvestris) como los arcos encontrados en Wis. Aún así como hoy en día para este tipo de arcos el tejo es la primera materia prima elegida en la construcción, optándose por otras especies arbóreas sólo cuando ésta no estuviera disponible.
Otras innovaciones tecnológicas interesantes de este período, es la existencia de flechas con un diseño similara las actuales, incluyendo muescas en el astil para su enganche en la cuerda, la confección de astiles cuidadoramente pulidos y rebajados para mejorr la condición de vuelo de las flechas, el desarrollo de puntas de caza de dos aspas planas, que permiten un mayor drenaje de sangre en la herida abierta aumentando su letalidad, y el uso de resinas vegetales (se supone) para fijar las plumas, que no sobrevivieron.
Como dato curioso, en Holmegaard se han encontrado astiles de flechas cortos con dos muescas en forma de “V”, que permiten unir dos piezas en una sola hasta alcanzar longitudes máximas de casi un metro, siendo la parte más corta donde se aloja la punta debido a que al ser esta zona la más frecuentemente fracturada, este sistema permite reemplazar sólo el fragmento dañado y no hacer un astil totalmente nuevo, que necesita una gran inversión de tiempo en su fabricación (bueno, entonces a las “flechas desarmables” resulta no las inventó Easton para Rambo, sino un pobre artesano desconocido hace más de 10.000 años . . . ).
A partir de este período, se inician una serie de cambios sociales, económicos y culturales, que desembocaron en el inicio del Neolítico, tema que por su vastedad trataremos en notas posteriores.