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TECNICA

La Mejor Técnica

Desde el momento que nos aproximamos a la arquería, escucharemos y seremos partícipes infinidad de veces de la misma discusión, sobre la existencia de una técnica o estilo de tiro superior a otro, discusión que entendemos es un verdadero “Jabberwocky” sin sentido, y más viniendo de parte de personas que deberían de ser sujetos de estudio de Dunning-Kruger.

En todos los casos, las posturas se mostraban como antagónicas e incompatibles, y muchas veces para más inri, confundiendo “técnica” con “estilo”.

Debemos dejar en claro, que la “técnica” se refiere a la totalidad de los elementos doctrinarios, deportivos y de entrenamiento, que dan al arquero la capacidad de ejercitar en forma exitosa su deporte, mientras que el “estilo” se refiere a la función netamente instrumental a la que se aplica dicha técnica (arco recurvado, arco compuesto, arco desnudo, recurvado libre, compuesto libe, cazador, etc.).


Y por el lado de la técnica, además es necesario distinguir entre los elementos referidos al manejo corporal del arquero (o forma) y a la técnica instrumental, referida al equipo utilizado en función del estilo de tiro seleccionado.
En este artículo, vamos a centrarnos en el manejo corporal del arquero (forma), y su relación con el período de aprendizaje y desarrollo deportivo.
Nota al pie, los temas que tocamos en esta nota, los iremos desgranando a futuro en mayor detalle.

Por otro lado, la fuente de la información aquí vertida, parte del trabajo de más de tres décadas de nuestro grupo en la formación y desarrollo de arqueros, tanto recreativos como de alta competencia, junto con una plétora de cursos especializados tomados. Cabe aclarar para cualquiera que lo pregunte, que no hay bibliografía completa de calidad sobre el tema de esta discusión.


A pesar que todos en este mundo somos Homo Sapiens Sapiens (o al menos eso nos han hecho creer), y tenemos las mismas características físicas generales, existen dos grandes corrientes técnicas de la Arquería en el mundo: la Oriental (tradicional), y la Occidental (moderna). Ambas, son similares en al menos un 90%, pero tienen una diferencia sustancial; la forma de “empulgar” el arco (empulgar, palabra del idioma español que denota la influencia tradicional de Oriente en la Arquería del sur de Europa).

Anillo para pulgar antecesor del disparador mecánico hace cientos de años.

Mientras que en Oriente, se toma la cuerda con el pulgar (protegido por un anillo pulgar -hoy de moda en ciertas tribus urbanas- de cuero, hueso, marfil o metal), la corriente Occidental (moderna), se centra en el empulgue “inglés” que usaba dos y ahora tres dedos de la mano tensora (índice y anular, y luego se agregó el dedo medio), asistida por guantes, protectores dactilares (tab), o “slings” de cuerda o mecánicos. Los restantes elementos de la forma (posición, altura de los hombros, encare, posición erguida del cuerpo), son comunes y derivados de este simple factor.
¿Una “forma” es mejor que otra? . . . ¿El uso moderno deportivo de la forma occidental de empulgue muestra que ésta es superior? . . . ¿El relegar la forma oriental a estilos tradicionales y rituales muestra su inferioridad?. Hay un frase muy vieja, que me parece que responde en parte esas cuestiones:

“lo que importa es el indio, no el arco”, referido al desempeño deportivo vinculado a la práctica constante, dejando implícito que los citados puntos derivan en realidad de una pauta cultural impuesta por Occidente en la corriente deportiva moderna desde la creación de la arquería como Deporte, y la recreación de los Juegos Olímpicos desde el siglo XIX, dando por resultado que el equipo de competición (parte instrumental de la técnica de tiro) y los reglamentos de tiro imperantes, estén diseñados para atender esa forma específica, y no otra.

En ese sentido, la elección es clara, si un arquero quiere seguir el camino de la competencia bajo reglamentos de la WordArchery, no le queda más opción que adherir a las formas occidentales de tiro, porque el rendimiento que puede obtener tanto de dicha forma conjugada con un equipo diseñado específicamente para la misma, es mayor.

Eso no implica bajo ninguna circunstancia, que dicha forma sea superior a la otra, sino que es más “ajustada” al modelo de competencia actual.

No por nada la forma de tiro Oriental dominó los campos de caza y los de batalla desde hace más de 20.000 años, hasta el advenimiento de las armas de fuego. Los tiempos cambian, y las formas y técnicas se ajustan a los requerimientos de cada tiempo particular, sin implicar a priori dicho cambio mejora o detrimento.
Un pequeño detalle anecdótico, los disparadores mecánicos modernos (limitados reglamentariamente), imitan el movimiento del dedo pulgar en la soltada del empulgue oriental . . .
Ahora pasemos a lo realmente importante, que es el método aplicado en la enseñanza para que el arquero adquiera una forma de tiro determinada. En ese sentido, hay dos extremos contrapuestos y a veces irreductibles, que atraviesan a todas las tradiciones deportivas (ya sean orientales u ocidentales), que parten del “laisses faire” del arquero, a la programada absolutamente rígida, con todos los matices intermedios existentes.
Desde un Herrigel que viaja a Japón a tomar clases con un “Sensei” que sólo lo hace tirar incansablemente mientras le pide que “respire” y se concentre en su “espiritualidad”, hasta profesores que se centran en la repetición hasta el paroxismo de cada movimiento dentro de la forma técnicamente establecida, para obtener una forma “técnicamente perfecta” dentro de un encuadre deportivo rígido.
Lo verdaderamente interesante de esta discusión, es que ninguno de dichos enfoques está errado. Ambos son absolutamente razonables, mirados desde el punto de vista de lo que quieren lograr el arquero y su entrenador, y la etapa de desarrollo deportiva alcanzada.

Contraposiciones aparentes


Entonces ¿hay un enfoque mejor que el otro?, ¿o es admisible un grado de flexibilidad entre ambas posturas aparentemente contrapuestas?
Como afirma la campaña publicitaria de una multinacional telefónica “cada persona es un mundo” (también aplica para el entrenador), por lo que la tarea de ambos, entrenador y entrenado, es encontrar el punto de equilibrio que maximice el rendimiento del trabajo de formación y técnico emprendido.
También debe considerarse la etapa de formación del tirador, ya que no es lo mismo un deportista inicial, que un competidor de alto rendimiento, con años de práctica encima.
En un caso, los resultados a buscar son básicos y lábiles, mientras que en el otro la programación debe ser estricta.
Por otro lado, es muy importante tener en cuenta el deseo del tirador, ya que no todos se aproximan al deporte con intenciones competitivas (también hay un muy gran porcentaje de tiradores recreativos), por lo que la estrategia de desarrollo deportivo a considerar para ambos casos es similar en lo básico, pero diferente en los objetivos finales.
Dentro de la formación de tiradores, para simplificar el análisis, podemos distinguir cuatro etapas: básico, avanzado, tirador competitivo, tirador de alto rendimiento, con las siguientes características individuales:

Tirador básico (etapa iniciación)

El tirador llega a la escuela con poco o nulo conocimiento sobre el tema. Es la etapa de aproximación más difícil, porque la mayoría de las decisiones deben pasar por el conocimiento del instructor, y de un trabajo exitoso, se puede asegurar la continuidad deportiva del alumno inicial. En esta etapa, la mayor rigidez en la formación debe estar asociada al conocimiento de los protocolos y reglas de seguridad (las cuales deben ser respetadas a rajatabla), el conocimiento básico del material, el lenguaje común con su instructor y compañeros, y el manejo de una forma rígida básica. La búsqueda de rendimiento en el tiro y del espíritu de competencia, deben ser dejados por el momento para su desarrollo en etapas más avanzadas. Los objetivos a lograr, son que el tirador enfrente la actividad en forma placentera, con seguridad para los terceros y sin incidentes físicos (lesiones); de ahí la importancia del conocimiento de las normas de seguridad y del uso de una forma de tiro rígida y uniforme, dando al tirador los elementos para decidir si continua en el deporte.

Tirador avanzado

A pesar de lo que muchos creen, en este momento es menor la carga de trabajo del entrenador, debido a que el tirador, ya con más conocimientos, debe comenzar a tomar parte activa en su formación. Esta etapa debe centrarse en el desarrollo de una forma de tiro propia, la definición por un estilo de tiro (bajo ninguna circunstancia es materia que deba imponer el instructor, ésta elección dependerá del carácter y motivaciones del tirador), y el desarrollo del conocimiento técnico que permita seleccionar el material a utilizar. Es a nuestro entender la etapa en la que el tirador deberá contar con la mayor libertad, y luego de la cual se decantará por un estilo determinado, y si el mismo será recreativo (en ese caso la evolución se detiene aquí), o desea ingresar a la actividad competitiva.

Tirador competitivo

Otra vez vuelta a la escuela, pero esta vez para tiradores completamente formados y con un estilo definido; la competencia, aún practicada con fines recreativos es un nuevo mundo para el que todas las persona no están preparadas. Incluye el desarrollo de un carácter y una disciplina que no es para todas las personas, y más si su aproximación deportiva es con fines de alejarse de actividades rutinarias y de alto estrés. Es función del entrenador el decidir quién está capacitado para desarrollar un programa de entrenamiento profundo orientado a la competencia (hemos visto muchos tiradores muy buenos abandonar el deporte porque prácticamente los arreaban a las competencias y no estaban a gusto allí), buscando el mayor bienestar para el tirador; una vez incorporado el tirador a esta etapa se debe trabajar con objetivos definidos e inamovibles, aunque se mantenga flexibilidad en el logro de los mismos. Hay gente que a pesar de sus buenas cualidades, no tiene espíritu ni nervios para un torneo, así como otras que aman la competencia, aunque salgan siempre últimos, y también los que pueden pasar a la siguiente etapa: las “bestias competitivas”.

Tirador de alto rendimiento

Es el estadío más difícil, tanto para el deportista (ya no es un “tirador”), como para el entrenador (ya no es un “instructor”), debido a que es un trabajo de aprendizaje mutuo que debe enfrentarse en conjunto. Es el deportista el que debe seleccionar al entrenador, pero el entrenador tiene la libertad de rechazarlo en función de la compatibilidad mutua. Hay que considerar que a este nivel, el deportista debe pensar, soñar, masticar y respirar el deporte. Su alma y pensamientos pertenecen al entrenador, y las del entrenador deben también pertenecer a su entrenado. Aquí no hay lugar para las dudas, los métodos, programas, objetivos y pasos de aplicación deben ser absolutamente rígidos y respetados por ambas partes, desde los cronogramas de trabajo, programas de desarrollo físico, horas de estudio, sueño, práctica técnica, práctica de tiro, práctica de habilidades psicológicas y dieta. Se debe buscar un foco TOTAL en la alta competencia. Por eso, reiteramos, no es para cualquier persona.
Es en razón de los puntos expuestos en esta nota, que entendemos que es un sinsentido plantear si hay una técnica o estilo mejor o peor. Hay técnicas, y estilos diferentes, y serán mejores o peores para cada caso, dependiendo de la motivación del tirador, y hasta dónde llegue su compromiso deportivo y de vida. No es función del instructor forzar esa elección que debe darse naturalmente por parte del sujeto bajo formación. Lo mismo respecto a la rigidez en la formación, hay gente que adhiere mejor a los modelos cerrados y rígidos, así como las hay las que no quieren nada pautado. Está en la inteligencia y el oficio del instructor, saber manejar dicha situación para lograr un pasaje más placentero de los aspirantes por el deporte.

Disgresión al margen, aquí queremos dejar en claro que entendemos que el desarrollo competitivo debería realizarse como en los países centrales en el deporte (EEUU, Corea, China), en el que los tiradores de alta competencia no son extraídos del ámbito de los tiradores competitivos preexistentes, sino que se los “desarrolla” desde etapas tempranas “tiradores avanzados”, del mismo modo que no se inicia en el circuito deportivo a tiradores que no tengan previamente una formación avanzada sólida, y un carácter desarrollado.

Lo primero, potencia a los mejores, lo segundo, no arruina a potenciales tiradores no competitivos; total, siempre hay tiempo de cambiar el camino.

Nota del

Lic. Fernando Gabriel Lezcano